Historias Autorizadas de Pacientes
[...] Ana, en cambio, vivió ejercitando su corazón y su cuerpo. Hizo negocios, ganó y perdió afecto. Es una experta en sentir. Sintió y siente, y esa es su brújula.
Estar conectada con los demás. Sus miradas, sus palabras, los deseos compartidos y ocultos. Esa es su pasión, su metier.
Cerrar heridas y abrir sus brazos, su boca, sus manos, sus ojos, y sus piernas...al amor. A toda clase de amor.
Ana es una Alta Ejecutiva del afecto. Sabe reconocer cuál es del bueno, sabe ganárselo, sabe retirarse cuando es conveniente y volver renovada a la batalla.
Pero su horizonte, aquel límite sutil e inaccesible...es el goce que le produce sufrir. Por abandono, por engaño, por desilusión.
Esa maravillosa paradoja del placer que provoca el dolor....es su zona oscura, vedada a la conciencia y a la claridad.
Ana supo entregarse hasta quedar sin alma. Acompañar, abrazar, calmar las lágrimas de todo ser humano que quiebre sus sentidos frente a ella.
Siempre ha sido buscada para sentir su refugio, su cobijo de madre-amiga-amante incondicional.
Y así como siempre se brindó a sus seres queridos, también cedió al ardor furioso del maltrato y la humillación.[...]